Nicolas Poussin
Francia, 1594–1665
El más clásico de los pintores franceses, Nicolas Poussin brilló (aún brilla) en la pintura del siglo XVII en su país. Su obra representa el paso del renacimiento al barroco en Francia e ilustra temas de mitología y de historia con un exquisito tratamiento de los paisajes y las anatomías. Por ello fue valorado en su época como uno de los más grandes artistas del país, llegando a trabajar con el rey.
Nacido en Normandía, recibió desde pequeño una educación clásica que muy pronto utilizó para sus primeros dibujos. Decidido a dedicarse al arte, llegó a París con 18 años cuando no había una formación académica establecida, pero por su talento logró destacar a un alto nivel, permitiendo que pudiera viajar a Roma.
Con 30 años Poussin devora todo el arte que puede y entra en contacto con diversos mecenas (incluido el Papa) que le darán trabajo el resto de su vida. De nuevo en Francia es, entre otros, el cardenal Richelieu quien solicita sus servicios como pintor y que finalmente le presenta al rey Luis XIII que acaba nombrándolo pintor oficial de la corte.
Aunque cansado de intrigas palaciegas, el pintor acaba regresando a su amada Roma donde finalmente muere.
Poussin pasó bastante del arte francés tradicional, tan decorativo. Le interesaba más bien Italia, por ese clasicismo y acabaría adaptando la pintura italiana de la época a su propio estilo en el que destacaba por su disegno sobre el colore.
Asimismo Poussin destacó en el paisaje, del que fue uno de los grandes maestros – y pioneros, ya que en esa época no era muy usual darle tanto protagonismo al paisaje: cosas de franceses, suponemos.