12 caballos
Una burrada.
«No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún lado.»
Proverbio judío
En 1969 el artista griego Jannis Kounellis mete 12 caballos vivos en la Galería L’Attico de Roma. Su objetivo era eliminar la distancia que separa el arte de la realidad.
Los caballos fueron un motivo representado en infinidad de ocasiones a lo largo de la historia del arte, pero nunca de esta manera. Y con ello, pese a que no hay transformación del material ni del espacio expositivo, se crea Arte. La galería cambia. El artista se limitó a tener la genial idea de meterlos ahí.
Los 12 equinos atados a la pared estaban a una distancia regular entre sí. Kounellis pretende que sean casi pinturas o esculturas. Son como los objetos encontrados de Duchamp, que llevados a los altares del museo se convierten en Arte como por arte de magia, pero ahora se sustituye el objeto por algo vivo, un caballo. Es decir, por la vida misma. Kounellis da un paso más a una vieja idea que los artistas siguen usando una y otra vez hoy en día.
Caballos comiendo y cagando en el suelo, ante la atenta mirada del público burgués, siendo objetos, sujetos y protagonistas de la obra, ensuciando los pulcros suelos de la galería. Una buena idea sería recoger esa mierda de caballo y venderla como arte fabricada por una obra de arte. Un momento… ¿Eso no se hizo ya?
Y ahí está una de las polémicas. ¿Es esto arte? Pues esa es una de las preguntas que el público se vio obligado a plantearse esos día de exposición en la galería. Otra pregunta podría ser: ¿Quién es realmente el animal? ¿Los cuadrúpedos atados o los bípedos que se pasean entre ellos?
Porque, reflexionemos un poco… ¿Es ético hacer eso en nombre del arte…? En 1969 podía ser una idea fresca y genial, pero vista hoy en día (y se sigue recreando esta pieza) hasta casi parece de mal gusto. Estaría muy bien que los caballos empezaran a coces y saltaran dientes a diestro y siniestro sobre un público burgués aterrorizado. Eso también sería Arte.