Dibujo de pared #370
Los minimalistas intentaron poner un poco de frío orden al mundo... sin ensuciarse las manos.
Sol LeWitt era un dibujante bastante activo. Realizó miles de dibujos a mano hasta que en 1968 sacó su obra del papel para transferirla a una pared.
Este escheriano dibujo de pared de 1982 (atención que lo titula dibujo y no pintura) es un buen ejemplo. Son diez figuras geométricas (aquí sólo incluimos tres, pero había también una cruz, una X, un diamante…), cada una de las cuales está construida con bandas paralelas de tres pulgadas (7.62 centímetros) horizontales o verticales.
Otra característica de esta obra es que es temporal, efímera. Son composiciones de pared diseñadas para una duración limitada y al final ser destruidas, algo bastante conceptual.
Por que para LeWitt la idea era lo importante. En realidad el concepto era la auténtica obra y su realización apenas un placer pasajero, por lo que daba igual destruirla mientras se conservara la idea escrita en un trozo de papel.
Bueno, la obra final no la hacía él. LeWitt dejaba las instrucciones para la pieza definitiva en un papel o por teléfono y así no se ensuciaba las manos. Llegó a pasar que los montadores de una de sus obras no entendieron muy bien lo que quería decir el artista y LeWitt les dejó intrepretar la obra a su manera. ¿Se puede ser más vago…?
En #370 pasa lo mismo: Sus Smithers fueron los que estamparon esta serie de 10 pinturas en blanco y negro creando una instalación de varios metros de largo. También hay que decir que LeWitt lleva unos años muerto.
Desde luego el efecto en el pasillo es hipnótico. Mareante incluso.