Azul emblemático
Reflexión en primer plano.
El color azul coronado por una nube cubre la madera. Antes de que Antoni Tàpies pintara sobre ella fue una superficie lisa que nos habla del paso del tiempo, de la tortura del material, de las señales humanas, del esfuerzo… La construcción y destrucción de la obra.
Vestido con un pijama en su taller polvoriento, Tàpies colocaba los soportes en el suelo donde trabajaba con escobas, tamices y herramientas que le permitían manipular el material y verter su energía interior. En su ensayo El arte contra la estética se opone a la estética normativa de la dictadura franquista y reivindica la variedad en el arte. En su caso, se interesó por reflejar la realidad y la dicotomía entre la sociedad de consumo y la vida meditativa. Por eso, Tàpies se acerca a la transformación de unos materiales pobres y comunes junto a tonalidades neutras. Llena sus obras con polvo de mármol, pigmento, yeso, tierra o tela que rasca, dibuja, agujerea, raya… Lo que fueron movimientos dramáticos y ebullición se transforma en silencio estático. Los colores neutros y la contemplación del cielo llevan al espectador a la introspección. Mediante murales como Blau emblemàtic aporta una reflexión sobre la materia que se acerca más a la vida meditativa que a la llamativa sociedad consumista de los años 60.
Influyeron en su obra artistas como Pollock o De Kooning, pero también la poesía de Brossa, Zambrano o Alberti; y los escritos de Ramón Llull. En definitiva, su trayectoria es una reflexión sobre el hombre y su relación con el universo, así como un intento de descubrir y plasmar la realidad.