Bajo el sol de la mañana, Hamburgo
Lección magistral de erotismo.
Herbert List realizó esta fotografía en un momento indeterminado al comienzo de la década de los años treinta. Muchos aliados de la historiografía conocedores del poder de las fechas se lamentarían ante el inevitable destino de cualquier investigación: no hay fecha exacta. Herbert List nunca respondió está pregunta en vida, quizás porque ni el mismo se acordaba. A mí me gusta dejarme llevar por las posibilidades que este tipo de incógnitas que nos presentan, concedidas por las inevitables inexactitudes del arte. Estas conjeturas, opiniones, juegos de verdades y mentiras… son las que nos incentivan a seguir practicando y estudiando estas ciencias de la emoción.
Conocemos, sin embargo, que fue realizada en un estadio prematuro de la carrera de List, un momento en el que aún no había elegido ser artista, y eso me hace creerme aún más la avalancha de sentimientos presentes en esta imagen. Unos sentimientos latentes durante toda su trayectoria y que ahora nos sirven de entremés al estilo magistral al que estaba a punto de dar vida. Este es un equilibrio perfecto entre su gusto por el clasicismo metafísico y personalidad vanguardista que lo caracteriza.
Las pistas para emocionarnos con esta obra son varias. Sabemos que List realizó esta fotografía cuando aún era muy joven y vivía en Hamburgo, así lo quiso indicar en el título. Al mirar la imagen descubrimos el retrato de un hombre casi adolescente. Su mirada es poderosa y también esquiva, no se enfrenta a la lente de List. Sabemos que está desnudo, pero el fotógrafo no quiso mostrar la desnudez de su sexo sino que parece querer vestirlo con la luz matutina que invadía la habitación. La calma de la mañana nos dice que ha muerto la excitación de la noche.
El espectador notará rápidamente la maestría con la que List parece diseñar a placer las luces y sombras, en extraordinaria armonía con el espacio, dibujando con ellas elegantes composiciones sobre y tras el torso de su esquivo modelo. El anatomista debe fijarse en cómo List nos expone las características del cuerpo humano, que representa con un gusto propio al de los antiguos maestros griegos. Poetas fanáticos de la temática empalagosa pueden aprender de cómo List parece poder capturar cosas tan grandes como el amor y la pasión en algo tan pequeño como un segundo y tan sutil como un rayo de sol.
El realismo restante debe ser reconstruido a gusto del espectador, ese que muchas veces nos estropea la ilusionante fantasía con datos que, las más ocasiones, descubrimos que nos satisfacen más cuando los imaginamos que cuando los corroboramos.