
Bebedora de absenta
Droja en el colacao.
Picasso llega a París prácticamente imberbe. Acababa de nacer el siglo XX y tardará aún unos años en encontrar su estilo, pero ya experimentaba. Y no sólo pictóricamente… El joven efebo buscaba inspiración en los bares de la ciudad y de vez en cuando bebía la bebida de moda entre bohemios y aspirantes a artistas como él. Estamos hablando, por supuesto, de la absenta.
Aquí vemos a un Picasso imitando a Gauguin, con sus colores planos, sus contornos delimitando los espacios… Pero temáticamente el joven Pablo se interesa por la fauna de las tabernas parisinas, en este caso a una mujer que parece ser una alcohólica, colocada del «hada verde». Hasta parece distorsionada, muy alargada. Es evidente que en esos años de búsqueda Picasso también tenía a las figuras alargadas de El Greco en mente.
La mujer tiene unos dedos largos como Mr. Fantástico, y en su soledad parece que se está abrazando a sí misma, a falta de alguien que la acompañe. Era muy habitual ver a los bebedores de absenta sentados solos en el bar, quizás absortos en los pensamientos que fabricaba este brebaje mágico. Sólo una botella azul y una copa le hacen compañía. Azul, por cierto, como la inminente etapa que estaba a punto de llegar a su vida.