El bufón Stańczyk
Un payaso pensativo.
Un bufón es el protagonista absoluto en esta escena, sin embargo su rostro con la mirada perdida y su postura en actitud de desolado abandono, están muy lejos de la bufonada.
¿Tendrán algo que ver las figuras del fondo? Dos hombres con una mujer que gestualiza con su abanico (quizás en un ademán de coquetería) y un enano, cierran una escena de jovialidad que contrasta con el pesar de nuestro protagonista. Cabe pensar que un desamor es la causa de su desazón.
En realidad no, no se trata de un desengaño amoroso, la respuesta a las tribulaciones del bufón, de nombre Stanczyk, las encontramos en la carta desplegada sobre la mesa, en ella se puede leer Smolensk y una fecha; 1514. Stanczyk fue el bufón más célebre en la Europa del XVI, destacó por su inteligencia, sus agudos y críticos comentarios y sus payasadas con mensaje en las que no dejaba títere con cabeza.
¿Pero qué pasó en Smolensk? Esa carta que sólo nos revela nombre y fecha, comunica la invasión de la ciudad por los rusos en el siglo XVI, mientras tanto como podemos ver en la escena del fondo, la corte real celebra un baile, ajena y despreocupada a los designios de la nación polaca. Con esta crítica al poder en la que un bufón es más consciente de la realidad que la corte real, el autor nos traslada la problemática al siglo XIX, en una Polonia desmembrada, acosada por los imperios de Austria, Prusia y Rusia, parece querer decirnos “seguimos igual, nos arrebatan el país, ante la pasividad de los poderes”. Y se involucra tanto en esta cuestión que el rostro de Stanczyk es el suyo, en varias ocasiones representa al bufón, al menos en tres cuadros más, pero aquí lo hace con un autorretrato.
A decir verdad, a Matejko le encantaba el género histórico, pero no tanto la historia, según él la figura femenina es la reina Bona Sforza, buen intento de no ser porque en esa fecha reinaba Segismundo I con su esposa Bárbara Zapolya.
Con mayor acierto decide utilizar una composición propia del siglo de la escena, frecuente en la escuela flamenca, en la que nos sitúa en una estancia con ventanal y una puerta al fondo abre otro espacio pictórico.
La historia del cuadro resultó tan agitada como la de Polonia, cayendo primero en manos de los nazis y despúes de los rusos, quienes lo devolvieron en 1956 pero se quedaron con la ciudad de Smolenks, actualmente rusa. Paradojas de la pintura histórica.