Autorretrato con máscaras
Ensor es una máscara más. Un disfraz de sí mismo.
Continuando con la temática carnavalesca, no podemos olvidarnos de Ensor que dedicó buena parte de su producción a estas festividades.
Hoy toda una institución en Bélgica, hubo tiempos en los que la gente no entendía el estilo «poco usual» ese artista chiflado. Faltarían unos años para la llegada del expresionismo, vanguardia que le debe mucho a este artista.
Aquí vemos otro de sus cuadros de máscaras. Por lo visto, su madre tenía una tienda de regalos y le quedaron grabados todos esos disfraces que aparecían en el comercio en carnavales.
Así Ensor pinta recurrentemente máscaras burlonas, trágicas, ambigüas e insolentes, que en realidad retratan a individuos vacíos, más grotescos que su propia máscara, y también a sus sociedades (las máscaras van en pandilla), que se convierten en una parodia.
Si algo tenía Ensor era sentido del humor, viendo cosas que a lo mejor no se ven a simple vista y sobre todo sufriendo con ellas.
Aquí se representa a sí mismo a modo de su paisano Rubens rodeado de máscaras. Va disfrazado, pero con la cara descubierta. Después de todo no era uno de esos hipócritas burgueses belgas (aún).
Destaquemos también esas pinceladas rudas, esa vehemencia y brusquedad, esos colores saturados emulando el maquillaje caricaturesco, esa «fealdad» que caracteriza sus lienzos y que adoptarían años después los jóvenes alemanes.