La entrada de Cristo a Bruselas
La charanga de la Pasión de cristo.
Todavía no se había inventado el Expresionismo, pero ya había dos tipos en Europa que pintaban así. Uno en Oslo, el señor Munch, y otro en Bruselas, el señor Ensor. Ambos son precedentes directos de la corriente más carnavalera de la historia del arte.
James Ensor recopiló la rica y abundante tradición artística de Bélgica (los cuadros de Brueghel, por ejemplo) pero le aumentó a los controles de saturación del color, le puso un filtro que deformara «un poco» las cosas y lo adornó con motivos burlones, críticos y carnavalescos.
Las escenas populares típicas de Brueghel o de Goya aumentaron así su irreverencia con los ojos de Ensor.
Es el caso de La entrada de Cristo a Bruselas, un desfile de carnaval lleno de máscaras, disfraces, borrachos y esqueletos que rodean a un JC camuflado entre la turba, convirtiendo la Pasión de Cristo en una charanga típica de un carnaval popular.
Un deshumanizado y amenazador océano de fealdad.y caos. Un grotesco horror vacui, un caricaturesco totum revolutum de figuras amontonadas en la capital de Bélgica que sirven como crítica de Ensor hacia una sociedad hipócrita y falsa, construida a base de sonrisas fingidas y máscaras deformadas. Y es que, paradójicamente, una máscara puede mostrar a veces mejor nuestra verdadera cara.
Quizás por mostrar esta «verdad», la obra causó un buen escándalo en la época y fue retirada de la circulación. No sería exhibida públicamente hasta los años 20 del siglo XX, pero Ensor la mostró a quien quisiera verla de manera destacada en su casa/estudio durante toda su vida. Algún artista alemán la debió visitar y tomar buena nota de ese arte hasta ahora nunca visto.