Circe envidiosa
La hechicera envenena el agua de su odiada rival.
La bruja Circe (que ya vimos aquí muy bien representada en una versión de Stuck), es mostrada por John William Waterhouse llena de ira y rencor hacia Escila.
Todo empezó cuando Glauco, joven dios marino, acudió a la bruja Circe para que le ayudara a conquistar a la ninfa Escila dándole una pócima que derritiera su corazón. Lo que ignoraba Glauco es que la bruja se había enamorado en secreto de él, y al ser rechazada se cabreó tanto y sintió tal envidia por Escila que preparó unas hierbas mágicas para verter en el agua donde se solía bañar la pobre ninfa.
Cuando Escila se dio un baño en esas aguas adulteradas, se convirtió en un horrible monstruo de cintura para abajo. Glauco, que la estaba espiando durante el baño, perdió de pronto ese «amor eterno» y se alejó de ahí a toda pastilla.
De toda esta historia, Waterhouse se queda con el momento justo en que la envidiosa Circe vierte el contenido de la pócima en el agua.
La pintura entera está investida con esa sensación de amenaza, ese peligro inminente. Quizás sea debido a esos profundos verdes y azules que dominan el cuadro, aunque sobre todo se debe a esa oscura mirada de la celosa hechicera, capaz de todo por amor.