Cleopatra
Retrato de la reina más carismática de la antigüedad.
La reina más famosa de Egipto, tan hermosa que aún se sienten los ecos de su belleza hoy en día (aunque hay quien dice que la reina era más bien fea, con una nariz enorme, y la leyenda es producto de artistas como Waterhouse y demás prerrafaelitas).
Además una de las grandes heroínas románticas de todos los tiempos.
Tíos de la talla de Julio César o Marco Antonio cayeron rendidos ante ella y en toda Roma se temía que esta señora era una reina bruja. Por ello, los simbolistas del siglo XIX vieron en Cleopatra a una musa, y sobre todo Pre-rafaelitas como Waterhouse se interesaron por su magnética figura (aunque en este caso no la representan con el pelo rojo, ya sería demasiado…).
Cleopatra (en realidad Cleopatra VII), fue famosa también por su refinada cultura e inteligencia y por su trágica muerte (se suicidó con la mordedura de una serpiente tras el suicidio de su amante Marco Antonio y el fracaso al seducir al emperador Octavio), pero también es conocido su mal carácter.
Waterhouse quiere mostrar aquí ese carácter de Cleopatra, con esa mirada sombría hacia alguien que probablemente va a perder la cabeza en breve.
Las diferentes texturas del cuadro (algunas hechas con crudas y simples pinceladas) son otra maravilla: piedra, metal, tela, dorados, piel, pelo de leopardo… Dan ganas de toquetearlo, si no despertásemos la ira de la reina.