Clase de dibujo
Los alumnos se arremolinan ante la modelo desnuda.
Una estampa caricaturesca de una clase de dibujo en la que podemos ver en el día a día de cualquier academia de arte o escuela de bellas artes, uno de los pocos sitios donde una escena así se considera «aceptable». Debe ser que el arte eleva cualquier cosa.
Dwight tenía muy buen ojo (quizás su sordera hizo que lo desarrollara más) para retratar segmentos concretos de la sociedad. Con sus litografías conseguía captar casi el alma de sus personajes que se dedicaban a actividades cotidianas, y que en sus posturas y gestos, así como en sus expresiones faciales, mostraban sus personalidades y debilidades individuales.
Es el caso de esta concurrida clase de dibujo al natural, con alumnos de toda condición (un par de mujeres incluidas: hay que tener en cuenta que Dwight tomó varias de estas clases), todos observando a la modelo desnuda, analizándola como un insecto, cada cual transmitiendo sus emociones al respecto. Una simple mirada puede tener mucha fuerza dependiendo del contexto.
Lo cierto es que una modelo debe sentirse bastante violentada cuando los ojos de los artistas recorren cada esquina de su cuerpo desnudo y Dwight, activa militante feminista y marxista lo muestra en esta ilustración que roza lo inquietante. La modelo de espaldas permanece impasible como una estatua mientras los artistas (recordemos: en su mayoría hombres) interpretan su cuerpo cada uno a su manera, algunos absortos en su trabajo, otros contemplándola, quizás no pensando en volúmenes y proporciones precisamente.
Dwight busca con su arte retratar todo tipo de escenas, muchas de ellas invitando a la reflexión sobre injusticias sociales, raciales o de género, pero siempre de manera amable y suave, con un prisma optimista, para conseguir hacernos reflexionar, a ser posible por medio de una sonrisa.