El bebé terrestre
Dice la leyenda: “La llamada del mar hace que las hembras merrow abandonen a los hijos que tuvieron con humanos”. La sirena de Collier ilustra ese momento.
Las merrow eran sirenas -también sirenos- irlandesas (de ahí el pelo rojo, al gusto simbolista…). Eran hermosas mujeres de cintura para arriba y abajo, cola de pescado (aunque Magritte dinamitaría un poco el mito en uno de sus cuadros…).
Como sabemos, las sirenas cantaban una canción tan hipnótica, que los que la oían caían rendidos a estas criaturas. Los escritos medievales (y antes, en la Odisea…) ya se habla de tripulaciones enteras embriagadas de música que se tiraban por la borda y eran devoradas por estos seres…
El caso es que en tiempos remotos llegaron a existir matrimonios mixtos entre estos seres y los humanos, e incluso tuvieron hijos, aunque la llamada irresistible del mar hacía que estas acabaran marchándose abandonando cualquier lazo que pudiera haberse formado con su familia terrestre.
Por supuesto, a los artistas románticos ingleses como Collier (pre-rafaelitas, para ser exactos) les encantaban estas leyendas medievales y los plasmaban continuamente en sus lienzos.
Aquí, la sirena de Collier ve a su supuesta hija en la playa, y claro… es un momento de enorme emoción en la que la criatura marina recuerda su antiguo amor terrestre con el que formó una familia imposible.
Lo que no queda muy claro es como debió ser el coito…