![An Incantation [A Bacchante].](https://test.historia-arte.com/_/eyJ0eXAiOiJKV1QiLCJhbGciOiJIUzI1NiJ9.eyJpbSI6WyJcL2FydHdvcmtcL2ltYWdlRmlsZVwvNjc5ZjU5MDYxOTAwZi5qcGciLCJyZXNpemUsODAwIl19.BlXtME8D9QyspE9FKMG275vV2wO1vwAP9shjmyzfbkA.jpg)
Un encantamiento
Agua y fuego.
Las bacantes fueron las adoradoras del dios Baco (o Dioniso en Grecia), que era el dios del vino, la fertilidad, el desenfreno y la juerga sin fin.
Ya os podéis imaginar los fiestones que montaban estas tías, y aunque pueda parecer que se trataba de simples orgías y borracheras, eran unos ritos religiosos muy serios.
En la Antigua Grecia, estas sacerdotisas realizaban unas ceremonias en las que no podían entrar hombres (más tarde, los romanos permitirían la entrada a todos, degenerando en decadentes orgías) y en las que se entregaban a un desenfreno místico que incluía el baile, el consumo de alcohol (recordemos que Baco inventó el vino y la cerveza), a la ingesta de alucinógenos y se llegaba al punto de incluso despedazar pequeños animales y comérselos.
Por supuesto no faltaba el sexo. Desnudas, estas bacantes, danzaban hasta la extenuación y se entregaban a sus más bajos instintos, reprimidos durante su vida cotidiana, algo que a lo mejor tenía bastantes similitudes son la represión de la Edad Victoriana en la que vivía Collier. Si lo pensamos, estas bacanales eran una sana válvula de escape.
John Collier muestra a una de estas bacantes desnudas, sobre la capa de leopardo típica de estas sacerdotisas, en lo que parece ser una cueva. Iluminada por el fuego (y qué bien iluminada, hablando desde un punto de vista estrictamente pictórico), se echa agua por la cabeza como parte de ese ritual báquico de fertilidad y liberación de los impulsos reprimidos.