Lilith
La femme fatale por antonomasia.
John Collier nos presenta a la hermosa y desnuda Lilith, esa primera mujer anterior incluso a Eva.
Según la tradición judía, Dios formó a Lilith antes que a Eva, del mismo polvo que había formado a Adán (pero con extra de sedimento e inmundicia). Un día Adán quiso follar, pero Lilith se resistió a yacer por debajo de él: ¿Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual.
Adán no quiso atender a razones y Lilith se vio obligada a pronunciar el nombre prohibido de Dios, por lo que fue inmediatamente expulsada del Edén. Ahora anda por ahí robando niños y seduciendo hombres. [1]
Aquí la vemos, desnuda en el bosque, despampanante, con largas melenas rojizas, enroscada con placer en esa fálica serpiente. Lógico que los pre-rafaelitas salivaran con semejante personaje, una figura femenina tan atractiva y tan libre. De hecho puede considerarse la primera mujer libre de la historia y por tanto «peligrosa». Una mujer fatal de toda la vida.
Hay que matizar que la figura de femme fatale decimonónica puede ser una respuesta a las primeras demandas de emancipación femenina de la época, esas peligrosas mujeres que pedían igualdad de derechos, libertad sexual y el sufragio de la mujer.