Creación de los astros y las plantas
Creando, creando… triunfé pintando.
Miguel Ángel pinta a Dios no una, sino dos veces, en dos posiciones distintas. A la izquierda, de espaldas, crea la fauna. A la derecha, de frente, acompañado de un séquito de ángeles y con lo que parece un gesto cabreado, acaba de crear al Sol y a la Luna.
El Dios de la izquierda levita sobre el vacío, y con su mano acaba de crear uno de los pocos paisajes que hay en la Capilla Sixtina. Ya sabemos que M. A. prefería representar la figura humana (preferiblemente la masculina), pero en este caso era inevitable no pintar un paisaje, que no por pequeño deja de ser realista y muy detallado. Supongo que hay que comentar también el hecho de Dios nos está dando el culo, algo bastante inusual en la historia del arte, y Miguel Ángel no oculta que Dios, que nos creó a su imagen y semejanza, tiene dos glúteos, como cualquiera de nosotros.
El Dios de la derecha también flota en su nave espacial cargada de ángeles, igual que en su vecina La Creación de Adán. Con su mano derecha acaba de crear una esfera amarilla (el Sol) y con la izquierda una esfera plateada (la Luna). Barbudo y con cara de pocos amigos, Dios es un ejemplo pictórico perfecto de esa terribilitá que Miguel Ángel daba a sus esculturas.