Crepúsculo, Venecia
Postales de Venecia.
En el otoño de 1908, a los 68 años, Monet viajó al fin a Venecia. Ahí pintó 37 pinturas que representan varias vistas de la ciudad.
Antes de ir, Monet sospechaba que Venecia era la típico conejero turístico atestado de gañanes, que además ya estaba más vista que el tebeo en pintura. Pero al llegar ahí, el impresionista quedó automáticamente atrapado por la energía de la ciudad y comprendió porqué tantos artistas la representaban. Se enamoró.
Monumentos y agua. Eso era lo que más le gustaba pintar a Monet. Y en Venecia se fundían ambos conceptos.
Monet se pasaba el día pintando pese al frío otoñal y húmedo de esos canales. En cuanto salía el sol, se ponía a trabajar con entusiasmo y alegría. Iba a la plaza de San Marcos o pintaba desde la habitación de su hotel, montaba el caballete al borde del Gran Canal o incluso se subía a una góndola para capturar el momento.
Era casi como si más que pintar, Monet quisiese «fotografiar» la ciudad, quedarse con un recuerdo, como este maravilloso atardecer. Unas postales de Venecia.
Su mujer Alice (segunda mujer del pintor, tras quedarse viudo de la primera) que viajaba con él, lo veía lleno de ardor, y haciendo cosas tan hermosas… además, así Monet dejaba de lado por un momento esos dichosos nenúfares que lo tenían obsesionado durante años.