La japonesa
La mujer de Monet se disfraza de japonesa.
Años 70. Todo lo japonés arrasa en el corazón de la cultura occidental que era en esos momento París. En 1867 la presencia de Japón en la Exposición Universal de París causó furor y objetos de arte y cerámica se convirtieron en un elemento más de la moda parisina.
Por supuesto, eso afectó al arte. Los impresionistas en concreto vieron en el arte japonés el camino a seguir y uno de sus máximos representantes Claude Monet también cayó rendido ante la libertad en el uso del color, las inusuales perspectivas y las temáticas que iban en contra de todo lo tolerado por el arte académico.
En 1876 presentó al Salón esta obra en la que representa a su mujer Camille vestida con un kimono rojo detalladísimo y sosteniendo un abanico. Es extraño que la representara rubia, ya que sabemos por otras obras del artista que Camille era morena. Esta usando una peluca quizás para subrayar que, por mucho que exista influencia del Sol Naciente, estamos ante una obra de arte occidental.
Además del abanico en su mano, Monet pinta otros muchos abanicos en el fondo para darle un mayor sabor oriental a la pintura.
Monet vendería esta obra por la nada despreciable suma de 2000 francos, aunque con el tiempo renegaría de la obra considerándola una vergüenza en su producción.