Los nenúfares
Monet nos aturde con la arrebatadora belleza y armonía de sus lienzos.
Existen aproximadamente 250 nenúfares pintados por Monet en los últimos años de su vida. El ya anciano pintor vivía en el Jardín de Giverny, donde instaló un puente japonés y un estanque con plantas exóticas que le servirían de modelo e inspiración.
Monet ya estaba consagrado pero siguió investigando las posibilidades pictóricas de las variaciones del color de un mismo tema, dependiendo de las horas del día o las estaciones del años.
En estas últimas obras, las formas están ya prácticamente disueltas en manchas de color. Muchos historiadores de arte/oftalmólogos (Si.existen…) afirman que al sufrir Monet de cataratas, el artista veía tras un filtro borroso y amarillento. De hecho, tras ser operado, volvió una temporada a su estilo anterior.
De toda esta serie de nenúfares, quizás los más famosos y espectaculares son los paneles que se exhiben en el Museo de la Orangerie de las Tullerías, en París. Monet los pintó para ser expuestos en una estancia circular de 360º y son considerados “la capilla sixtina del impresionismo”.
Pero otra obra que llama la atención es esta que tenéis arriba. Un enorme lienzo de dos metros de alto por seis de ancho. En él sólo vemos agua, plantas y el reflejo del exterior. Monet nos sumerge en medio de este extraño paraje de rojos, amarillos y malvas. Nos aturde con la arrebatadora belleza y armonía de sus lienzos.
La obra en su conjunto parece irreal. De cerca es puro arte abstracto. De lejos, en efecto son los nenúfares más perfectos jamás pintados.