Cristo cargando la cruz
Ecce Homo Neanderthalensis.
Hay alguna pequeña duda de que esta obra sea del Bosco. Y no es para menos… parece hecha ayer mismo. ¿Una obra expresionista en el siglo XVI? Sin embargo, si repasamos la obra artística de este señor, las dudas se disipan: Hyeronimus Bosch era muy capaz de pintar cosas así, y más futuristas incluso.
El Bosco opta por una composición claustrofóbica y aparentemente caótica para transmitir el agobio que sufre Jesucristo ante su propio pueblo que lo insulta, lo humilla, le escupe y le tira cosas. Unas figuras grotescas (es el subgénero muy holandés de los «tronies») que lo llenan todo, gesticulando y rodean al pobre JC sin dejarle respirar. El otro día estuve en un bar similar, y me sentí un poco Jesucristo, salvando las distancias.
Pocas figuras son positivas en esta pintura: está obviamente Jesús, está Verónica con su sábana con la cara de JC estampada, está el buen ladrón y poco más… Por cierto, si unimos estos puntos, dan lugar precisamente a una cruz de dos diagonales cuya intersección es Jesucristo, así que de caótica la composición no tiene nada.
El resto son caras más o menos deformadas: charlatanes, fanáticos, fariseos, monjes malignos en las que El Bosco critica los fanatismos tanto religioso como de otra clase. Son rostros que parecen máscaras, en la tradición flamenca que llega —como no podía ser de otra forma— al expresionismo de gente como Ensor, que es evidente que bebió de esta pintura.