Diseños textiles de Varvara Stepanova
Diseños para la moda soviética.
Al ver esta obra seguramente muchos de ustedes pensaran en el arte óptico (Op Art) o en algún que otro diseño «sesentero».
Nada más lejos en tiempo y en espacio, y en ideología, claro. Mientras que el Op Art nace en EEUU en los 60 como especulación artística, llevando el arte al terreno de la experimentación formal, el Constructivismo ruso nace en los años posteriores a la Revolución Soviética (1917) con el propósito de integrar el arte en la vida cotidiana de la gente, inculcando en la sociedad los valores de la Revolución. Un arte práctico, para una sociedad productiva.
Varvara Stepanova trabajó con esta finalidad: la de llevar el espíritu de la Revolución a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Para eso diseñó numerosos estampados para vestidos, trajes, uniformes, ropa de casa o papel de pared. Estampados de formas geométricas y colores puros y contrapuestos que pretendían transmitir fuerza, vigor, lucha, dinamismo, valores presentes en la nueva sociedad rusa que acababa de nacer.
Los diseños de Stepanova representan esos ideales que la nueva Vanguardia Rusa quería transmitir: había que hacer llegar la revolución a todos los hogares, ¿y cómo hacer llegar el arte a todos los hogares de la enorme URSS? pues utilizando el gran mecanismo que ponía en marcha la nueva sociedad: la industrialización. Producir obras artísticas que se integrasen en el proceso industrial con la finalidad de que el arte pudiera llegar a todas las casas.
El Arte especulativo, hiperintelectualizado de Malevich ya no era útil en la nueva sociedad. Al fin y al cabo, ¿quién iba a acercarse a una galería de Arte a gozar de las ideas del Suprematismo, o a vibrar delante del Cuadrado negro sobre fondo blanco? ¿Algún soviet dispuesto a gastar su tiempo libre rompiéndose la cabeza para entender la abstracción geométrica? Niet. El Arte debía estar presente en la vida cotidiana de las personas en la nueva sociedad soviética, comunicando, motivando, empujando. El Arte debía estar presente en el día a día de la gente, en la calle, en sus casas y trabajos; en su ropa, en los libros, en las cajas de galletas. Y entonces el Arte se convirtió en Diseño. Un Diseño que la Bauhaus se encargará de pulir y consolidar.
El Constructivismo ruso bebía a nivel formal del Suprematismo, vanguardia Rusa inmediatamente anterior, en la que se perseguía la simplificación total de la forma y el color. Así que este nuevo Arte usará básicamente formas geométricas repetidas en serie y colores saturados, a poder ser rojo, negro y blanco: los colores de la Revolución. El rojo, símbolo de los ideales comunistas, y el blanco y el negro, colores puros y contrapuestos, que nos invitan a pensar en antagonismo, en lucha; la repetición seriada indica la importancia de la fabricación industrial en la nueva sociedad.
Así, en un plis plas, el arte constructivista resulta capaz de explicar toda una Revolución en un par de formas geométricas. Y así, sin comerlo ni beberlo, la sociedad se iba empapando de los valores revolucionarios.
Los diseños de Varvara Stepanova nos parecen de rabiosa actualidad. Pero va a ser que no. Eso pasó en Rusia, en los años 20. Aunque por supuesto la influencia de la estética constructivista ha llegado hasta nuestros días por su fuerza, rotundidad y dinamismo. Formas geométricas y colores puros. ¿Será verdad que en lo más esencial se encuentra lo más duradero?