Desnudo reclinado
Evocación del cuerpo femenino.
Dentro de la asombrosa producción artística de Dorothea Tanning (pintura, poesía, instalación, videocreación, novela…) hay que destacar sus esculturas blandas hechas con material textil, en las desafió algo tan escultórico como era la rigidez.
Con esta blandura, además de otros atributos escultóricos como la suavidad o el color, Tanning quiso evocar el cuerpo femenino. ¡Y vaya si lo consigue!
Formas sugerentemente redondeadas en tela rosa, dentro de la cual Tanning hasta mete pelotas de ping pong para recrear las vértebras de una espina dorsal. Consigue crear así una criatura híbrida entre lo atractivo y lo repulsivo, un ser que mezcla lo humano con lo casi cefalópodo, (aunque sin cabeza). Un ser fascinante, habitante del inconsciente.
Lógicamente Tanning juega con lo sexual, ya desde el título tan recreado por tantos y tan variados artistas (masculinos): Desnudo reclinado. Tanning quiso crear una escultura horizontal como la de una mujer desnuda acostada. Este cuerpo descabezado pretende ser obsceno, con esas extremidades cruzadas lánguidamente. No sabemos si este desnudo es una crítica a la cosificación de la mujer en la sociedad burguesa o precisamente una celebración de esta cosificación como algo fetichista, tan del gusto del surrealismo…
Las esculturas blandas de Tanning fueron también un desafío a los minimalistas, los asquerosos modernos de esa época, que veían ridículo algo tan artesanal y emocional.