Venus de los trapos
La pobreza del pasado y el presente.
La obra de Pistoletto, uno de los principales representantes del arte Povera, a menudo obliga a dialogar al pasado y al presente.
Es el caso de su Venus de los trapos, una estatua de la diosa romana del amor, máximo exponente del canon artístico occidental y referencia clara al pasado cultural del que venimos, enfrentada a una terrorífica montaña de detritus textiles.
Este enfrentamiento es una clara batalla entre dos antagonistas: lo nuevo y lo viejo, lo eterno y lo desechable, lo duro y lo blando, la alta y la baja cultura… en palabras del propio Pistoletto: un intento de unir la belleza del pasado y el desastre del presente.
Venus observa pálida esa montaña de telas y trapos, fabricados en el Tercer Mundo para ser consumidos un par de días en el Primero. Ella es blanca, pero ese amalgama de prendas es multicolor, industrial, en constante expansión. Parece que un día de estos esas prendas de usar y tirar se la van a tragar, condenándola al olvido.
El caso es que la diosa (por cierto, no una diosa real, de mármol como Dios manda, sino una reproducción barata de un almacén de jardinería) nos da la espalda, como si le importara un huevo nuestra opinión al respecto. Parece que ni ella ni nadie pueden hacer nada para parar esa montaña multicolor y viva, que crece y crece, expandiéndose como el puto universo.