Dos mujeres con amapolas
El Picabia tardío.
El Picabia tardío —aquí ya tenía sus 65 años— sorprende por su erotismo exacerbado. Desnudos kitsch, casi de mal gusto, que bien podrían ser ilustraciones soft-porn de un libro de bolsillo erótico barato o imágenes para un cartel de una película de Russ Meyer o de Herschell Gordon Lewis.
Algún historiador habrá que interprete ese subidón de libido artística como los delirios de un viejo chocho o simplemente como forma de ganar dinero fácil en tiempos de guerra, pero conociendo a Picabia, sabemos que trabajó con todo tipo de estilos, todo tipo de técnicas y todo tipo de conceptos y quizás le faltaba este: copiar los dibujos de revistas de explotación como forma una primitiva de proto-apropiacionismo.
Lo que Picabia hace aquí es copiar fotos de revistas pornográficas en blanco y negro y darles color brillante, sin ocultar cierta mecanización. Picabia elige una imagen, después «la roba» y finalmente la imita pictóricamente.
Visto así, estamos quizás ante las primeras pinceladas de lo que «inventarían» gente como Warhol pocos años después: apropiarse de la cultura pop y convertirla en «alta cultura». O más allá aún: anticiparse de alguna forma al fin de la pintura, al fracaso de la modernidad y auto-reflexionar sobre ello… es decir: el postmodernismo.