Reloj de alarma
Otra máquina antimecánica de Picabia.
Tras una larga correspondencia con Tristan Tzara, Picabia viaja a Zurich en enero de 1919. Era la capital mundial del dadaísmo y el artista no se lo quería perder.
Arp y Tzara visitaron a Picabia en su hotel, y cuenta el primero:
Cuando llegamos, estaba ocupado diseccionando un despertador despiadadamente, fue despiezándolo hasta encontrar el muelle, y lo arrancó con gesto triunfal. Interrumpiendo este trabajo un momento, nos saludó y enseguida imprimió en trozos de papel.las ruedecillas, el muelle, las agujas y otras piezas secretas del reloj. Después las unió con líneas y acompañó el dibujo con comentarios que daban fe de un raro ingenio muy alejado del mundo de la estupidez mecánica.
Aquí tenemos ese trabajo, en el que Picabia convierte la mecánica (a ser posible sin mucho sentido) en arte. Y por supuesto, sus máquinas antimecánicas, sus artilugios inservibles, fueron un éxito entre los artistas del momento.
El reloj, producto suizo, al igual que el Dadá, es aquí ejemplo de que la medida racional del tiempo es también dadaísta. Igual de dadaísta que ese país que aún es absurdo en la actualidad: un paraíso democrático, limpio, aburrido, neutral, pero financiado con el dinero del terrorismo internacional, los cárteles de la droga, el oro nazi y la corrupción.