Eco
Condenada a la repetición.
El eco, ese fenómeno acústico que se produce cuando un mismo sonido se repite varias veces y que tanta gracia hace a los niños esconde una oscura historia.
Según la mitología griega, Eco era una bella y joven ninfa, concretamente una de las oréades, aquellas que habitaban y protegían las montañas y las grutas. No tenían demasiadas responsabilidades, por lo que la mayor parte del tiempo se encontraban ociosas. En el caso de Eco, adoraba la danza, y estaba dotada con una bella voz; se pasaba las horas bailando y cantando o tocando algún instrumento.
Su dulce tonalidad no pasó desapercibida a Zeus, rey de los dioses. Fascinado por su canto, le propuso un trato: Eco debía entretener a Hera (reina y esposa de Zeus, y diosa del matrimonio) con sus canciones y dulces palabras, y así Zeus podría aprovechar (cómo no) para cortejar a las otras ninfas. Pero Hera no tenía un pelo de tonta, y acabó descubriendo aquella tapadera. Furiosa, arremetió contra Eco y le quitó aquello que la ninfa más apreciaba: su preciosa voz. No la dejó completamente muda, la diosa fue aún más cruel: Eco sólo podría entonar la última palabra que pronunciara alguien que pasara cerca de ella.
La pobre ninfa, angustiada por su suerte, limitada a repetir como un loro, fue poco a poco alejándose de los humanos, se retiró a la montaña, buscando la soledad para estar tranquila.
Cabanel sabe plasmar a la perfección esta historia, Eco tiene la boca abierta y se tapa los oídos con las manos, asustada ante cualquier sonido ajeno que deba repetir.
La elegancia y delicadeza de la tela translúcida que la cubre, y la representación anatómica femenina fueron muy bien valoradas en la época de este artista, uno de los máximos exponentes del arte academicista francés. No a todo el público le convencía este tipo de representaciones tan idealizadas del desnudo, ya que por aquella época ya comenzaban a triunfar las pinturas más realistas, pero este estilo seguía siendo muy admirado.