Paje florentino con espada
Protegiendo el arte de los modernos.
El académico Alexandre Cabanel (junto con Bouguereau y Gérôme, la santísima trinidad del llamado arte pompier) era todo un virtuoso. Sus figuras, dibujadas de forma inmaculada, triunfaban en la época —y lo vuelven a hacer ahora, algo que da que pensar… ¿acaso hay afinidades estéticas entre 1881 y el 2023? —.
El caso es que finales del siglo XIX el arte Cabanel era muy cotizado por coleccionistas a ambos lados del Atlántico y el artista llegó a pintar los retratos de los ciudadanos más ricos de Estados Unidos (la aristocracia que había en USA). No le faltaba trabajo.
Cabanel ya era un crack cuando estudiaba arte. Tanto, que de joven ganó el Prix de Rome y se fue a Italia una temporada, donde absorbería su característico estilo, que tanto recuerda al Cinquecento y al Manierismo.
Esta obra es una declaración consciente de sus afinidades estilísticas, todo un homenaje a los maestros renacentistas que tanto admiraba. De hecho, este joven paje que porta una espada, viste a la moda florentina del renacimiento.
Este tipo de estética y actitud ante el arte que tenía Cabanel horrorizaba sobre todo a una persona: Edouard Manet. Era su archi-enemigo. Esto venía de tiempo atrás: A Manet este tipo de pintura almidonada y cursi le parecía de lo más rancio. Por su parte, Cabanel, estrechamente relacionado con el Salón de París, consideraba a esos impresionistas como un grupo de borrachos de absenta y miopes sin talento que se dedicaban a salpicar manchas caóticas en un lienzo, y se opuso tajantemente a que Manet (y otros pintores) expusieran su obra en el Salón de 1863.
Esto desencadenaría en la creación del Salon des Refusés por parte del gobierno francés, germen de la explosión del arte moderno.