Muerte de Moisés
Academia de aplausos.
Cabanel empezó su carrera oficial en el Salón de 1851. ¡Y vaya si triunfó! Presentó este cuadro sobre la muerte de Moisés, en el que quiso mostrar a la Academia lo mucho que sabía de pintura y sobre todo restregarle a todo el mundo el dominio de ese estilo italiano siempre tan del gusto de las instituciones artísticas. Después de todo, el artista había pasado los últimos cinco años nada menos que en la Villa Medicis. En los siguientes años, Cabanel se convertiría en el ojito derecho de la Academia francesa y hasta Napoleón III querría tener sus cuadros.
Pero cuando presentó esto al Salón, Cabanel tenía sólo 28 años y mucha hambre de éxito, que se vio saciada con ingentes aplausos, apretones de manos y futuras medallas. Sin duda, fruto del esfuerzo de un pintor con talento y ambición, aunque quizás no un artista muy revolucionario, como sí era su archi-enemigo (y también muy talentoso) Édouard Manet, que siempre se burló de que Cabanel era uno de esos pintores poco contestatarios, todo un ejemplo de Statu Quo.
La obra, como dice su poco original título, representa la muerte del patriarca Moisés, rodeado de ángeles y acompañado de Dios. Perfecta anatomía, perfecta composición, perfecta la luz y el color… ¿Pero qué hay de la agitación y el romper esquemas? Quizás Manet podía hacerlo igual de bien mostrando un simple espárrago.