El arcángel san Miguel venciendo al demonio.
Apoteosis de la policromía.
Luisa Roldán, más conocida como la Roldana fue escultora de Cámara del rey Carlos II (y de Felipe V después), lo que nos da una idea de lo buena que era en lo suyo. Si llegar a ese puesto ya era difícil para un hombre (como podéis imaginar, la competencia era brutal en el siglo de Oro), imaginaos para una mujer: era directamente impensable. Las mujeres ni siquiera podían firmar contratos.
Pues la Roldana no solo lo consiguió, sino que es considerada una de las escultoras más importantes del Barroco español. Para muestra, esta imponente obra maestra de dos metros y medio de altura en la que el El Arcángel San Miguel le da de lo lindo a ese Satanás skinhead. El Arcángel está de pie, vestido a la moda romana, y levanta su espada contra el mal. Abajo, el demonio desnudo y encadenado arde en llamas. Una imagen de una modernidad sorprendente aún hoy en día.
Hay quien dice que para ponerle cara a san Miguel, la Roldana utilizó su propio rostro. Recordemos que los ángeles no tenían sexo (lo que fue motivo de airados debates teológicos en la época), así que la escultora aprovechó para darle esas facciones femeninas. Y ¿quién sería el modelo para ese demonio vencido a sus pies? No faltan voces que aseguran que Luisa Roldán se inspiró en su propio marido (también escultor, que firmaba los contratos por ella), quizás como pequeña venganza por una sociedad que invisibilizaba el talento de la mujer.
Y ya que no podía firmar documentos, La Roldana aprovecha para estampar su firma no una, sino dos veces (uno en un pie del Miguel y otro en la peana).
Una pasada de obra, ahora recientemente restaurada con la policromía original, obra —por cierto— de su marido Luis Antonio de los Arcos.