
El asesinato
Pinturas noir.
Esta es una de las primeras pinturas de Cézanne, cuando aún no llegaba a los 30 años. Recrea un asesinato, y lo hace con una crudeza y una oscuridad que remiten al tenebrismo de Caravaggio o a las pinturas más truculentas de Goya, que en esa época estaba muy de moda entre los pre-impresionistas. Como Goya, Cézanne inspira esta ultra-violencia en los sucesos y crímenes que salían en los periódicos de la época, y muy probablemente en la novela Thérèse Racquin, que su amigo Zola había publicado ese mismo año, y en la que la protagonista asesina a su marido.
En estos primeros pasos en su carrera Cézanne crearía sus particulares pinturas negras. Con la mente puesta en el barroco y los pinceles (o más bien espátulas) apuntando al futuro, el post-impresionista (por aquel entonces ni existía el impresionismo, así era Cézanne de avanzado y difícil de etiquetar) opta por una composición triangular para ubicar a este triángulo de personajes: el asesino, su cómplice y la víctima, que es a quien mejor se le ve la cara. Aquí no hay identidades ni tampoco explicación para tanta violencia. Ni siquiera hay un contexto ni un espacio concreto. Los personajes habitan en la oscuridad.