Paul Cézanne
Francia, 1839–1906
Paul Cézanne es el padre de la pintura moderna, puente entre el siglo XIX y las nuevas propuestas del XX.
Pero en vida Cézanne fue un pintor ignorado. Arisco y misántropo, apenas expuso y no confió jamás en el mundo del arte. Sólo tendría la admiración de algunos de sus más modernos contemporáneos, y por supuesto el de las nuevas generaciones, como Picasso o Matisse que afirmaron: «Cézanne es el padre de todos nosotros».
El pintor era extremadamente pobre y muy poco sociable. Frecuentaba los bares de los impresionistas, pero mientras el carismático Manet conversaba con el ingenioso Degas y el elegante Monet, Cézanne se sentaba en un rincón mirando con el ceño fruncido la escena, todavía con su ropa de trabajo, y de pronto daba un golpe en la mesa gritando cualquier improperio, y se levantaba saliendo del bar de un portazo.
Los demás se encogían de hombros y seguían bebiendo.
Era Cézanne, todo un temperamento…
Aunque después se demostraría su importancia capital para el arte moderno, mientras vivió nadie pareció ver que eso era el futuro, salvo algunos artistas.
A veces se le acercaba alguno, algo arriesgado teniendo en cuenta la suspicacia con la que Cézanne trataba a los admiradores. En una ocasión un joven pintor le expresó su admiración y Cézanne dio uno de sus típicos golpes en la mesa con el puño y gritó «No te burles de mi, jovencito», pero al momento se dio cuenta y se arrepintió: No te lo tomes a mal; ¿Cómo puedo creer que ves algo interesante en mis cuadros si todos esos idiotas que escriben tonterías sobre mi nunca pudieron percibir nada…?
Estilo geométrico y estudio de los espacios.
Paul Cézanne trató de conseguir una comunión armoniosa entre naturalismo, la expresión personal y el orden pictórico. Rechazó las idealizaciones en los temas y chorradas en su estilo. Representaba el mundo de la forma más exacta desde el punto de vista pictórico ordenando todo estructuralmente en formas simples y planos de color. Todo era geometría.
«Toda la naturaleza se moldea según la esfera, el cono, el cilindro. Hay que aprender a pintar sobre la base de estas figuras simples; después se podrá hacer todo lo que se quiera»
Las pinceladas de Cézanne son muy características, todas conjugadas para formar un conjunto complejo, representando lo que el ojo que observa y al mismo tiempo una abstracción de eso.
Revolucionario fue la observación de los objetos desde distintos puntos de vista, lo que le lleva a su representación desde perspectivas diferentes al mismo tiempo. Esta simultaneidad sería adoptada después por los cubistas.
Cézanne pinta lentamente, pidiéndole al modelo que tenga paciencia… como una naturaleza muerta. De hecho, se podría decir que todo era tratado como objetos: una figura humana, baños al aire libre, manzanas sobre una mesa o paisajes: todo trabajado liberando, disminuyendo y enderezando los espacios.