
El beso de la esfinge
Muy complejo.
El simbolista Franz von Stuck vivía en Munich, una especie de satélite cultural de Viena, ciudad efervescente de cultura, con nuevos y extraños movimientos estéticos, filosóficos e incluso médicos. Por esa época, un tal Sigmund Freud abría su consultorio especializado en trastornos nerviosos, que derivaría en sus intrincadas teorías que mezclaban sexo y muerte.
No sabemos si Stuck conocía a Freud en la época, pero desde luego su obra está plagada de sexo y muerte. También de Viena se importó ese nuevo arte (Art Nouveau) que el artista abrazó y estableció en Alemania como uno de sus máximos exponentes.
No falta ninguno de estos ingredientes aquí: la mitología freudiana, la femme fatale, la oscuridad, el sexo… Aquí la esfinge besa a un pobre desgraciado, que ha sido embaucado por toda esa energía sexual. Hasta que llegó Edipo…
Por mucho que hiciera para evitarlo, Edipo estaba destinado a casarse con su madre y a matar a su padre. Por ello no quería ir a Corinto y se fue a Tebas, cuyas puertas estaban custodiadas por la famosa esfinge. Este bicho acababa con todos los jóvenes de la ciudad de Tebas: les planteaba enigmas y si no podían resolverlos, los mataba. Pero Edipo descifraría el famoso acertijo:
¿Cuál es el ser que con una sola voz tiene cuatro patas por la mañana, dos patas a mediodía y tres patas al atardecer?