El chivo expiatorio
¿Cómo se puede ser tan realista y a la vez tan surrealista?
William Holman Hunt, uno de los fundadores de la hermandad pre-rafaelita, viajó a tierra santa en un impulso de espiritualidad para comprobar in situ los lugares de los que hablaba la Biblia. Ahí quedaría alucinado con la costa del Mar Muerto, y en una inspiración mística decidió representar al chivo expiatorio del que habla el Levítico 16:
En el Día de la Expiación (Yom Kippur), una cabra tendría sus cuernos envueltos en un paño rojo, que representa los pecados de la comunidad, y el animal sería expulsado.
El resultado fue esta extrañísima cabra, que nos mira de reojo en un paraje desolado. Detallista hasta la náusea, Hunt se recrea en cada minucioso brillo del pelaje, en cada rayo de sol palpitando en el desierto, en cada hueso de animal muerto que se convierte en paisaje, y la escena se transforma en una especie de ensoñación o visión mística que mezcla realidad y sueño como lo harían décadas después los surrealistas.
Hunt eligió este sitio específico (Osdoom), ya que se cree que fue la ubicación original de Sodoma, la ciudad bíblica del pecado y el libertinaje.
Pese a que la hermandad pre-rafaelita nació como reacción al anquilosado arte de la academia, este enigmático chivo expiatorio acabó siendo expuesto en la Royal Academy, donde recibió críticas mixtas, desde los que les pareció una pintura con un simbolismo demasiado oscuro, hasta los que, como el prestigioso crítico y mecenas de la hermandad John Ruskin, apoyaron este nuevo tipo de arte.
Sea como sea, Hunt se convertiría gracias a lienzos como este en uno de los artistas más ricos y famosos de la época.