Nuestras costas inglesas
(Ovejas extraviadas)
Un fragmento de lo esencial.
En esta obra de Holman Hunt podemos apreciar hasta qué punto siguió el pintor el consejo que John Ruskin entregó hacia los jóvenes artistas, y que la Hermandad Prerrafaelita tomó con gran entusiasmo como parte de sus principios. Esta declaración, publicada en su libro Modern Painters (1847), profesaba que debían aproximarse a la naturaleza con un corazón sincero para encontrar su sentido. Esto estableció un precedente para las excursiones que realizaban los jóvenes pintores para realizar sus obras en el espacio abierto.
La idea del cuadro comenzó como una réplica de una obra anterior suya, El pastor veleidoso (1851) donde, en el fondo, se puede observar que ya había trabajado como un anticipo el tema de las ovejas. A partir de este, le fue encargado una copia de ese fragmento, solicitud sobre la cual él sugirió que mejor sería realizar un cuadro completamente nuevo para abordar esta temática. Para esto, Hunt emprendió una excursión a pintar en Covehurst Bay, cerca de Hastings, mediante la cual logró su realista paisaje. La obra fue presentada en la Royal Academy en 1853 y luego en la Exposición Universal de París en 1855, donde pudo ser también apreciada por los artistas románticos de la época.
Sus ovejas habitando el abismo, bañándose en esta luz total que nos ayuda a percibir el espacio abierto, recorren y descansan este borde, donde el atribuido extravío parece ser más el disfrute de una libertad aparte. La observación atenta y honesta de la naturaleza, que podemos apreciar en la riqueza de detalles sobre las plantas, las texturas y los contrastes de la luz, parece haber también alcanzado un nivel temporal. La escena, que incluso corta a alguno de sus animales, se muestra como la captura de un fragmento de lo esencial, un vistazo a la realidad sin mediaciones.