El funeral de un vikingo
Respeto y ceremonia entre bandidos.
Los vikingos fueron unas «personalidades» fascinantes de las que no sabemos lo suficiente. Aún así, gracias principalmente a la mitología, o a las poesías en nórdico antiguo, conocemos algunas de sus tradiciones, creencias y supersticiones.
Era muy habitual entre los vikingos celebrar los funerales de los suyos en barcos funerarios, con algunas excepciones realizadas en tierra.
Estos personajes, temidos guerreros y saqueadores de la antigüedad, veían la muerte como cualquier otra persona: un momento de dolor y pena, cargada de tabúes y creencias que nacen del miedo por no hacer lo correcto.
Para tratar de superar aquello que la muerte les infería, recurrían a los rituales y a las ceremonias funerarias, que generaban gran respeto y seriedad en ellos mientras se llevaban a cabo estos actos.
Debían enterrar al difunto de una manera muy concreta o correcta, les aterrorizaba que si no fuera así, el fallecido jamás encontraría la paz o el descanso en la otra vida, por eso debían ser sepultados con pulcritud, y hacerles ofrendas, regalos que les servirían para su otra vida. De lo contrario, esa persona fallecida no sólo no encontraría el descanso eterno, si no que además podría visitar a sus familiares, regresando como un fantasma (llamado draugr en nórdico antiguo) y con ese nuevo y terrible aspecto, los atormentaría hasta su muerte.
En esta pintura, vemos cómo se realiza una de estas ceremonias funerarias, y el fallecido debía ser un vikingo importante, lo sabemos por varios motivos: que sea un funeral de mar, en un barco (los esclavos por ejemplo, acababan enterrados en un pequeño agujero cavado en la tierra, sin ningún tipo de ornamento.
Por los vikingos que permanecen en la orilla y sus vestimentas doradas, demuestra que tienen poder, riquezas…y el difunto debía ser de esa misma condición, pues alcanzamos a ver un escudo dorado junto a su cadáver y lleva armadura.
Llama la atención el reducido paisaje o el ambiente de la pintura, es muy oscuro, está en penumbra, resulta incluso tenebroso. Al fondo apreciamos los picos de unas montañas rocosas y un cielo con ambiente de tormenta.
La única luz está concedida por la pira que han encendido para incinerar al fallecido, y del vikingo que ha debido prenderla, el cual sostiene aún la antorcha en su mano. Estos focos de fuego se reflejan en el agua, en la orilla.
Frank Dicksee logra crear un ambiente muy adecuado para la ceremonia en cuestión, con una atmósfera dramática.