Las Dos Coronas
Dos reyes.
Como es tan habitual en las pinturas de Frank Dicksee, el artista nos transporta al mundo medieval. En esta obra, el protagonismo se lo lleva un caballero de reluciente armadura, que regresa triunfante a casa en su blanco corcel después de haber ganado alguna hazaña.
Reciben a este héroe con la máxima pomposidad posible. Lo rodean varios espectadores y posibles admiradoras, que incluso lanzan pétalos de flores a su paso. El ambiente de júbilo y celebración es tan marcado, que sólo nos falta oír los gritos de alegría y felicitación de los que reciben al caballero.
Sin embargo, hay algo que destaca, que da significado al título de la obra. Si nos fijamos en este héroe del pueblo, tiene una expresión seria y congelada en el rostro, mira hacia un punto muy concreto, ignorando el bullicio. Dirige su mirada a un crucifijo de madera, que destaca en el lateral derecho de la pintura, es el elemento más oscuro de la composición, con la silueta perfectamente definida de Cristo crucificado. El caballero contempla el crucifijo absorto. La corona de espinas de Jesús contrasta claramente con la dorada y ricamente adornada que lleva este personaje.
Tal vez el posible príncipe queda paralizado ante esta visión de la talla de Cristo, comprendiendo que su instante de gloria y reconocimiento es efímero, lo poco que importa tener poderes terrenales y la riqueza que lo rodea cuando todo acaba para nosotros.
O tal vez no puede evitar sentir celos a causa de la única corona que está por encima de él en ese momento, y el lugar que jamás podrá alcanzar, el del mismísimo Cristo.
Sea cual sea, este maravilloso artista nos cautiva una vez más con una de sus pinturas de temática medieval y estilo muy inspirado en los prerrafaelitas. Pese a no tratarse de un acontecimiento histórico y sólo ser un hecho anecdótico, la calidad de la técnica, el colorido y el lujo de los detalles nos hacen ver el talento que tenía Frank Dicksee.