La bella dama sin misericordia
¡Malvada, malvada femme fatale!
Dicksee pinta esta obra a partir de una balada del poeta John Keats, con el mismo título que él da a su pintura. A su vez, Keats escogió este título en francés inspirándose en un antiguo poema del siglo XV, del francés Alan Chantier.
El poema en sí narra la historia de un caballero que se encuentra con un hada del bosque, una mujer hermosa que hace caer al pobre caballero rendido a sus pies debido al encanto de su mirada, su voz…en definitiva, toda ella.
Dicksee es fiel a la narración y escoge la quinta estrofa del poema, donde el caballero explica que subió a la bella dama sobre su corcel. Tal vez pensó que era lo más adecuado, la dama queda en alto sobre el caballo, dándole un aire de superioridad, mientras el caballero permanece de pie ante ella, totalmente enfrascado en el rostro de tan bella mujer.
Exceptuando la mirada hipnotizada del caballero, aparentemente no encontramos más pistas que nos indiquen que algo malo vaya a suceder, el paisaje es idílico, un bello prado colorido con una variada vegetación.
El artista decidió ser extremadamente sutil: el único detalle que nos avisa del funesto final que tendrá el enamorado son unas pocas hojas que rozan su brazo, las cuales empiezan a marchitarse.
No quiso exagerar más la fatalidad, para así acentuar a esa femme fatale, tan difícil de desenmascarar, tan aparentemente buena y hermosa pero en el fondo malvada y traicionera…(ya sabemos lo mucho que les gustaba a los románticos este tema).
Y realmente, Frank Dicksee logra reflejar este concepto tan romántico. Aunque desconozcamos el poema de Keats, podemos imaginarnos muchas otras obras literarias de este período que encajarían con la pintura. No sé vosotros, pero yo no puedo evitar pensar en las leyendas de Bécquer.