
Flores en la Orilla del Río en Argenteuil
La ciudad se come al campo.
De todo el grupo impresionista, Monet fue el único que vivió en Argenteuil. El pintor paso varios anos en este suburbio parisino. La producción pictórica de esta época, por supuesto, es fascinante. Sin embargo, observamos como el gran pintor de la modernidad se va cansando de la gran ciudad.
Las primeras obras de Monet en Argenteuil nos demuestran el esplendor de la modernidad, de los avances técnicos y de la industria. Monet era un apasionado de la ciudad, le cautivaba todo aquello que tuviese que ver con ella. Tal era su encantamiento que allí donde iba se traía la urbe consigo. A causa de ello, sus obras mas tempranas en Argenteuil nos enseñan el campo conviviendo a la perfección con el desarrollo tecnológico, así como las fabricas. Famosos son los trenes que cruzan la naturaleza, y el vapor antes que manchar el cielo, se funde con las nubes plácidamente.
Flores en la Orilla del Río en Argenteuil nos enseña todo lo contrario. Si Monet encontraba la gracia perfecta para unir dos ámbitos tan distintos, esta obra nos enseña el cansancio del pintor. No es la primera vez que pinta este lugar, lo había mostrado como un camino placentero, ahora enseña una obra dividida. En primer plano están las flores, ocupando gran parte del cuadro. Sin embargo, esta naturaleza se ve truncada por la actividad industrial. La fábrica del fondo no se presenta como algo inofensivo, sino que es un armatoste horrible que viene acechando. Monet pasa del vapor fundido con las nubes a un humo negro que mancha la puesta de sol. Del mismo modo, allí donde observábamos veleros recreativos, ahora solo vemos barcos de mercancía.
Este ultimo verano en Argenteuil supuso para Monet la fractura entre el mundo rural y el industrial. Estos dos ámbitos ya no conviven en plenitud y armonía, sino que la presencia de uno hace peligrar la vida del otro.