Joven sentado junto al mar
Teenage wasteland.
Aunque para nada era un one-hit wonder, hay que reconocer que este es el trabajo más popular y reconocible de Hippolyte Flandrin, artista francés de gran reputación académica y alumno aventajado de nada menos que Ingres.
Y es que, aunque Flandrin realizó cuadros realmente buenos, este es uno de los preferidos de mucha gente que visita el Louvre.
¿Será por la pureza en el dibujo, la línea, volumen y luz típica del estilo neoclásico? ¿O es todo lo contrario, un ejemplo de la intensidad emocional del Romanticismo?
Flandrin, a caballo entre esos dos estilos (un poco como Ingres, por algo era su maestro) pertenece a los dos movimientos y a ninguno. Dependiendo del punto de vista, este desnudo puede ser un perfecto ejemplo de arte académico o puede verse como un arte casi marginal.
Es lógico implicarse e identificarse con este cuadro chaval anónimo, melancólico, encerrado en sí mismo… Vamos, el típico adolescente agobiado con su mega-confusión en plena tormenta de sentimientos y emociones.
Este joven en pelotas meditando introspectivamente en la orilla del mar a la luz de la luna ilustra perfectamente ideas como soledad, alienación, angustia adolescente, crisis de la juventud… Esa Teenage Wasteland que cantaban los Who.