Júpiter y Tetis
Una súplica por Aquiles.
La Ilíada cuenta como Aquiles le pide a su madre Tetis que visite a Zeus (ya sabéis, Júpiter para los romanos) para rogarle una victoria de los troyanos y así lo muestra Ingres, de forma impecable: Júpiter en el Olimpo, en su trono de nubes, con su cetro y su águila. Lo hace romanizando algo tan griego, pero hay que entender que en esa época Ingres estaba en Roma y eso marca a cualquiera, más a un artista.
De vuelta en París, a nadie le gustó el cuadro. Al parecer, era demasiado bidimensional para los gustos todavía neoclásicos. Demasiado «primitivo». Júpiter está enorme, ocupa casi todo el cuadro, aunque esa era precisamente la idea: mostrar el poder de ese Dios y contrastarlo con la nereida suplicante. Al fondo, Hera observa la escena, que conocía demasiado a su marido Júpiter.
Pero hay algo raro en la escena:
«Acomodóse junto á él, abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocóle la barba con la diestra y dirigió esta súplica al soberano».
Ilíada, Canto I
Fijaos ahora en el cuadro. Ingres contradice por completo a Homero y hace lo contrario de lo que pone en la Ilíada: la mano derecha de Tetis está en las rodillas de Júpiter, y su mano izquierda en la barbilla.
Una teoría plausible es que Ingres «hiciese trampa» y utilizase para pintar el cuadro instrumentos ópticos al estilo de una proyección con cámara oscura (como ya habían hecho reputados artistas como Vermeer, Caravaggio y muchos más) que daría como resultado que la imagen se viera a la inversa.
Si investigamos un poco, hay muchísimos personajes zurdos en numerosos cuadros de grandes artistas. Quizás el uso de la cámara oscura sea el secreto mejor guardado de la Historia del Arte.