Baño turco
Ingres mira por un agujero como se bañan las odaliscas.
El viejo verde Ingres en sus últimos años. Todo un voyeur que se permite mirar por el ojo de la cerradura (¿de ahí el formato circular…?) para espiar a estas odaliscas bañándose.
El artista firma la obra AETATIS LXXXII («a la edad de ochenta y dos años»), un poco riéndose de sí mismo.
Ingres muestra el cuerpo femenino desnudo multiplicado por 24. Mujeres de todas las razas, algunas de las cuales ya habían pasado antes por sus cuadros, y que aquí el pintor recopila como el éxtasis del orientalismo erótico. No faltan incluso caricias lésbicas, que hacen de esta obra casi un icono LGTB.
Aquí ya no queda apenas rastro de neoclasicismo en Ingres. Las tropas francesas habían tomado parte de África y y occidente ve ese oriente colonizado como una nueva moda potenciada por el romanticismo. El exotismo que vemos en el cuadro viene dado también por la música (el laud), la comida (en primer plano) y el olor (el inciensario). Todo exaltando los sentidos, algo desde luego muy poco neoclásico.
Aunque el pintor, en el otoño de sus días, usaría esto como simple pretexto para pintar lo que más le gustaba desde siempre: mujeres desnudas.