La apoteosis de Homero
Homenaje al poeta de los poetas.
Homero es probablemente uno de los personajes literarios más importantes de todos los tiempos. Algunos creen que en realidad nunca existió, otros defienden que sí, y aunque la Ilíada y la Odisea no salieran de su imaginación, piensan que simplemente se dedicó a transcribir la tradición oral (el storytelling) que pasaba de generación en generación (¿O realmente imploraba a la musa Calíope, aquella de la poesía épica, que le cantara la historia?)
De una forma u otra, el caso es que Homero ha quedado como una de las figuras más importantes de la Antigua Grecia.
En esta obra, Ingres lo inmortaliza como tal, es todo un homenaje al personaje, sentado en su trono y coronado no por un ángel cualquiera, si no la Fama alada, simbolizando la fama póstuma de Homero, que ha llegado hasta nuestros días. Le coloca la corona de laurel, siempre símbolo de victoria y máximo reconocimiento.
Respecto a la composición de la pintura, crea un triángulo perfecto entre la posición de Homero y las dos mujeres a sus pies. Ambas son alegorías de sus dos obras. A la izquierda, vestida de rojo, vemos la alegoría de la Ilíada, con una espada a su lado, que representa la lucha en la Guerra de Troya. En el lado derecho, la alegoría de la Odisea viste de verde y lleva con ella un remo, que representa el largo viaje que hizo por mar Ulises u Odiseo para regresar a su amada tierra Ítaca.
Alrededor de estas figuras protagonistas, vemos un gran número de personajes ilustres, tanto de la antigüedad como de la época moderna. En la parte superior se encuentran los personajes antiguos: griegos y romanos. En la parte inferior en cambio, sitúa a los personajes modernos: entre ellos podemos reconocer fácilmente a Miguel Ángel y Molière (ambos en la esquina inferior derecha).
Sin embargo, hay algunas excepciones:
En el lateral superior izquierdo aparece vestido de azul Zeuxis, uno de los pintores más famosos de la Antigua Grecia. Según cuentan, tuvo una disputa con Parrasio, otro pintor, por ver cuál de los dos tenía más talento. Zeuxis pintó unas uvas tan realistas que los pájaros acudieron a picotearlas, y sin duda se proclamó vencedor. Zeuxis coje de la mano a otro personaje, lo invita a subir con él. Ese personaje no es otro que Rafael, pintor tan maravilloso que podría estar perfectamente con los antiguos.
Otro personaje de arriba rodea a otro moderno (relativamente, ya que es de la Edad Media) para que suba con él: es el poeta romano Virgilio, que invita a subir a Dante, perfectamente reconocible con su icónica caperuza roja.
Según Ingres, tanto Rafael como Dante (el primero por su pintura, el segundo por su poesía) consiguen cumplir una síntesis tan perfecta que podrían estar junto a los grandes artistas de la Antigua Grecia y la Antigua Roma.
Aunque Homero sea el gran protagonista, Ingres aprovecha también para homenajear a estos otros personajes, los cuales sí sabemos al cien por cien de su existencia.