La cigarra
La erótica de la academia.
La Cigale se exhibió por primera vez en el Salón de París de 1872 y arrasó. El chaval que la había creado era famoso por dos cosas: lo condenadamente bien que pintaba (su casa estaba llena de trofeos, medallas y demás baratijas), y su nada variada temática… Porque legitimado por su curriculum académico, Jules Lefebvre realizaba casi exclusivamente desnudos femeninos.
Desnudos clásicos, eso sí, académicos hasta la náusea. Eso no quita que fueran —como en este paradigmático cuadro— extremadamente eróticos.
Lefebvre era el equivalente a un actual fotógrafo de esas «revistas para caballeros», pero de las más sofisticadas, por así decirlo. Una técnica impecable, pero esa banalidad en el contenido que da lugar a una cierta sensación de artificiosidad chunga. En definitiva, un arte de mal gusto, vaya. Como el de esas «revistas para caballeros».
Y cualquier cosa servía de excusa para mostrar tetas. Por lo general, pintaba tías en pelotas y después simplemente les ponía título a los cuadros: que si La verdad, que si Pandora, o como en este caso, La cigarra, aludiendo a la famosa fábula por Jean de La Fontaine.
Ya sabréis la historia: el saltamontes que se pasa el verano de juerga mientras se burla de la trabajadora hormiga que se prepara para el invierno. Error. Cuando llega el frío, la hormiga es la que ríe ahora: ¿has cantado todo el verano…? ¡pues que te jodan y a bailar todo el invierno!.
Pues aquí tenemos a la pobre cigarra, o al menos su arbitraria alegoría (por cierto, a tamaño real), con cara compungida y pasando frío… La verdad es que ya se podía tapar un poco…