
La mesa de billar
El mundo es plegable.
Braque pintó en una época una serie de siete mesas de billar. Había acabado la Segunda Guerra Mundial y parece que quería volver a lo lúdico.
Pero a Braque el tema le importaba un huevo. Lo que en realidad le interesaba de estas mesas de billar era distorsionar las perspectivas de los objetos para verlos representados desde diferentes ángulos. Exacto: cubismo.
En esos momentos, Braque era EL cubista. Él y Picasso habían «inventado» el movimiento hacía décadas, pero mientras Picasso empezó a irse por otros derroteros, Braque fue más o menos fiel a su estilo. Por ello dobla a tope esta mesa, como si fuera plegable. La podemos ver así de frente, desde arriba, desde abajo… es una sensación extraña y fascinante.
La mesa está junto a otro mobiliario de esa habitación, donde podemos distinguir alguna cosilla, pero cierto es que el artista nunca fue demasiado concreto en cuanto a mostrar sus cosas. Prefería sugerirlas, a veces experimentando también con texturas como si fuera un collage (otra técnica, por cierto, que también «inventó» él).
Estas obras de madurez son muy buenas. Este tío era un artista excepcional, pero tuvo la mala suerte de coincidir con Picasso que le robó todo el protagonismo. Aunque en 1961, Braque se convirtió en el primer pintor vivo cuya obra se exhibió en el Louvre, ganándole por fin a algo —además de tener pelazo— a ese magnético enano español.
Georges Braque