La visitación
Embarazo sagrado.
Cuando uno observa el camino de descenso por el que Elisabet ha ido (presumimos que a paso ligero) a encontrarse con su prima María, enseguida se da cuenta de lo enormes que son las dos figuras. A van der Weyden le gustaba trabajar a las personas como si de estatuas policromadas se tratasen. Al fondo, hacia la derecha, Zacarías parece estar llevando al perro al interior del gran palacio donde viven en Judea.
Para entender la sutileza de Rogier van der Weyden existe el truco de estudiar la vegetación y el paisaje de sus obras. Aquí nos encontramos frente a los primeros indicios de que se acerca la primavera, aunque las nubes todavía no se han retirado, y el sendero aún está embarrado, de ahí que María tenga la precaución de alzar las enaguas. Su postura es natural, parece caminar a pasos cortos y que el recorrido hasta la casa de Elisabet es accesible pero le resulta difícil.
Llama la atención la diferencia de edad entre las dos mujeres, que curiosamente parecen encontrarse en el mismo mes de gestación. Según cuenta el evangelio de Lucas, Elisabet quedó embarazada en su vejez de Juan el Bautista, y para cuando María se enteró de su propio embarazo, su prima ya iba por el sexto mes. Para van der Weyden la importancia no está tanto en el feto sino en la madre: a María la dota de un movimiento más distinguido que a su prima mayor, que en su rostro muestra evidentes signos de fatiga.
Ambas realizan un gesto que a muchas embarazadas les pone muy nerviosas (y creo que con razón) que es el de manosear la tripa de la gestante; pero aquí las dos lo hacen a la par, y además la confianza da asco.