El descendimiento
Los personajes de este cuadro parecen estar vivos.
Obra maestra de Rogier van der Weyden que se encuentra en el Prado porque Felipe II se encaprichó de ella (este rey era un verdadero amante del arte). Por lo visto la pintura fue enviada en barco a España y éste naufragó, aunque debido al buen embalaje que preservaba el cuadro la pintura apenas sufrió y pudo ser recuperada tal y como la vemos hoy.
La obra es un tríptico de forma rectangular con saliente en el centro. Este formato irregular se debe seguramente a la dificultad de meter a toda esa gente en tan poco espacio, que al final van der Weyden consiguió magistralmente.
Lo primero que hizo el artista es un fondo dorado, para que las figuras pareciesen esculturas policromadas (una de las características de su estilo). El artista se valió de trucos ópticos para conseguir por menos precio lo que se podría haber hecho en un retablo. El fondo de oro es además simbólico: es la eternidad y la divinidad.
Los personajes son extraordinarios, y cada uno es tratado con singular maestría:
María está desmayada. José de Arimatea envuelve a J. Cristo en una sábana. Nicodemo, muy consternado, sostiene el cuerpo.
María Magdalena y San Juan a los extremos de la obra ejercen de paréntesis, aquejados de un gran dolor.
Todo el mundo está llorando y van der Weyden no solo logra mostrar el sufrimiento en poses o rostros, sino que consigue pintar lágrimas que parecen reales.
Es una tontería explicar todo esto. Lo mejor es hacer zoom y ver vosotros mismos los rostros de esta gente que parece estar viva, algo muy meritorio si tenemos en cuenta que la obra se pintó a principios del siglo XV.