Laocoonte y sus hijos
Sufrimiento hecho mármol.
Anónimo
-150¿Qué podemos decir de este maravilloso grupo escultórico? Es una de las obras de arte más famosas de toda la historia, y, por increíble que parezca, se creó en la Antigua Grecia.
Para conocer el significado de la escultura, debemos remontarnos a una época remota y a un episodio legendario: La Guerra de Troya. Tras diez largos años de enfrentamientos entre griegos y troyanos, estos primeros parecieron rendirse, aceptar la derrota y la dura realidad: las altas murallas de Troya eran infranqueables. Una noche, desmontaron su campamento, y fue como si nunca hubieran estado allí.
A la mañana siguiente, ¡sorpresa!, los troyanos descubrieron la playa completamente desierta, a excepción de un gigantesco caballo de madera. Los primeros hombres que se acercaron al lugar lo interpretaron como un regalo de los griegos, legitimando la victoria de Troya. El único que se opuso a esta idea fue Laocoonte, un sacerdote troyano. Advirtió que no debían fiarse, ¡podía ser una trampa!
Apenas acababa de pronunciar estas palabras, cuando unas serpientes marinas salieron del mar casi a propulsión, y mataron a Laocoonte y a sus hijos, que lo acompañaban.
Fue un suceso tan extraño, que a los testigos sólo se les ocurrió asociarlo con la ira divina, que los dioses (con un carácter en ocasiones tan humano) se hubieran ofendido al oír las palabras de Laocoonte. Abrieron las pesadas murallas, y confiados, entraron el caballo hueco de madera a la ciudad, con gran pomposidad, celebrando su aparente victoria.
Esta acción, como sabemos, y como tanta razón tenía el bueno de Laocoonte, supuso el final de Troya, pues ese caballo escondía a los guerreros aqueos, liderados por Ulises, listos para asaltar la ciudad.
Volviendo a la escultura, se representa el fatídico final que tuvieron Laocoonte y sus primogénitos. La serpiente se enrosca en brazos y piernas, aprisionando a sus víctimas. Impacta el rostro del Laocoonte, cargado de expresividad: por una parte el dolor y sufrimiento de verse en semejante situación, y por otra la dura realidad de ver su propia muerte y la de sus hijos tan cercana, sin escapatoria.
Las posturas y anatomía de las figuras resulta impresionante, y están cargadas del dramatismo que aporta la escena. Aunque luchen sin descanso y contorsionen sus cuerpos, no se salvarán, todo está perdido.
Por esas maravillosas casualidades que a veces se dan en la historia, el grupo escultórico se desenterró y redescubrió en el año 1506, época en la que vivía Miguel Ángel, que fue llamado rápidamente al lugar tras este asombroso hallazgo. El gran artista quedó atónito al ver semejante maravilla ante él. Esta escultura, junto al famoso Torso del Belvedere, obra también de época helenística, condicionarían por siempre el estilo anatómico que seguiría el genio del Renacimiento desde entonces.
La autoría del Laocoonte resulta dudosa, debemos tener en cuenta que en la Antigua Grecia la concepción del artista aún no era tal. Aquellos que esculpían se consideraban más bien una especie de artesanos, por ello cuesta atribuirla a unas fechas y artistas concretos. Aún así, la teoría más aceptada es que pertenece a la famosa Escuela de Rodas, y que fuera realizada concretamente por tres escultores: Atenodoro, Polidoro y Agesandro de Rodas.
Sea como sea, el grupo escultórico del Laocoonte está considerada —con razón— una de las obras más impresionantes de todos los tiempos. Y aunque desgraciadamente no se conserve en su totalidad (faltan algunos fragmentos y manos de los personajes) sigue impresionando a todos aquellos que se sitúan delante, vale la pena verla in situ y dejarse cautivar y emocionar al ver como un bloque de mármol es capaz de expresar tanto sufrimiento y dolor.