El saltador
O de la liberación en cuerpo y alma.
Anónimo
-470Ecco il Tuffatore!
La deliciosa y enigmática escena del saltador podría pasar desapercibida entre la infinita belleza del Museo Arqueológico de Paestum, pero no, su serena quietud atrapa al visitante en un silencio eterno, ante el salto de la vida a la muerte, al más allá. El joven se zambulle en el océano, una imagen metafórica del alma liberándose del cuerpo.
La tumba del Tuffatore es un ejemplo de arte funerario y testimonio único de la pintura griega en grandes dimensiones. Hallada en una pequeña necrópolis cercana a la antigua colonia griega de Poseidonia, la imagen también resulta peculiar por su disposición en la parte interna de la cubierta, vis a vis con el difunto. Así, juntitos, cara a cara durante casi 2500 años! una eternidad…! Hasta que Mario Napoli y su equipo de arqueólogos fueron a interrumpirles el sueño eterno en 1968.
La interpretación no resulta fácil, pero las escenas plasmadas en las paredes internas de la tumba, con hombres arrullados en brazos del placer terrenal, en plena bacanal, le dieron a Napoli la pista para llegar a la hipótesis más aceptada:
La plataforma de salto aludiría al pulai, las míticas columnas colocadas por Hércules en los confines del mundo, símbolo del límite del conocimiento humano. El atlético lanzamiento del saltador simbolizaría el paso hacia un mundo de conocimiento, lejano ya de los placeres terrenales, de los típicos festines griegos entregados al vino, al arte y al amor.
La singularidad de las escenas ha supuesto ríos de tinta entre los investigadores que confluyen en el salto al más allá como punto final. Pero, por un momento, ¿por qué no imaginarnos la tumba del Tuffatore en clave hedonista? Conscientes, los antiguos, de que la muerte nos sorprende sin previo aviso y sabiendo vivir la vida como es evidente que sabían hacerlo, ¿por qué no tomarlo como mensaje de que el placer y la dicha no llegan porque sí, y que su alcance bien merece un chapuzón sin miramientos ni contemplaciones? Todo pasa, así que… ¡muévete! ¡Salta! ¡Mójate! ¡Zambúllete en el mar de virtudes de Hedoné! Así, sin más…¡Vívela!