Papá muerto
Retrato hiperrealista del cadáver de su padre.
Heredero de los fotorrealistas norteamericanos de los 70 como Duane Hanson o John de Andrea —que, en su día, apostaron por representar la realidad en un momento en que la abstracción era lo cool y la figuración estaba totalmente demodé, out, muerta y enterrada— Mueck da un paso, o varios, más allá, es más, casi que lo excluiría del hiperrealismo. Francamente, no lo veo ¿A cuantos bebés de casi cinco metros os habéis encontrado?
Padre muerto es una de sus más conocidas obras. Fue expuesta por primera vez en 1997, en la Royal Academy de Londres donde el publicista Charles Saatchi organizó una sonada exposición llamada Sensation en la que exhibió obras de los llamados YBA, Young British Artists, grupo al que pertenecen, entre otros, Damien Hirst o Tracy Emin. Una cosita, por si lo habéis ido dejando: quizás, lo de Young hay que ir cambiándolo…
La pieza otorgó a Mueck el título del escultor más polémico del momento y, francamente, no me extraña. El artista toma como modelo el cadáver de su propio padre, que reproduce a la perfección —incluido el pelo, que es el de su progenitor— pero reducido a dos tercios de su tamaño real cargando a la obra de significado. El artista declaró que, de esta manera, aludía a la pérdida de esos 21 gramos que, se supone, pesa el alma. Y es que con Mueck no podemos quedarnos en el preciosismo del poro o la peca, nos cuenta cosas. Me resisto a meterlo en el mismo saco que, por ejemplo, John de Andrea, escultor que me deja más fría que la piel del menguado padre de Mueck.
Baudelaire se preguntaba, en un artículo sobre el Salón de 1846, por qué es taaaaaaaan aburrida la escultura ¡Pobre! Murió antes de conocer a este escultor. Aunque, quien lo sabe, quizás, Baudelaire y el padre de Mueck, están tomándose una copa, en donde quiera que sea, y hablan de esto y de otras cosas.