Púgil en reposo
Dramatismo idealizado.
Anónimo
-330Otro día más en la oficina, otro combate más. Delate de nosotros tenemos la representación de un púgil, de un atleta o un trabajador del deporte. Sentado, agotado, intenta recobrar el aliento y gira la cabeza mostrándonos su espeluznante rostro. Lleva un taparrabos y unos guantes, un poco random, que era lo que había hace más de dos mil años.
Parece que el paso de los años está haciendo mella en él. La cara está llena de marcas, de recibir palos a manta. Tiene un corte en la oreja, rollo McGregor, y la nariz rota y desviada. Está hecho un cromo. No obstante está firme y entero porque seguramente haya salido victorioso de su ultimo combate. No es una imagen gloriosa de la victoria sino de la pura realidad de ser boxeador.
Este púgil representa el arquetipo del estilo helenístico por su búsqueda del naturalismo, patente también en la exacerbación de los sentimientos que se pueden leer en su cara. De hecho, nos muestra su lado más humano y casi nos permite imaginar su angustiosa vida.
Técnicamente esta escultura de broce soldado en 8 piezas es un alarde de perfección técnica en cuanto a su ejecución. Originalmente pudo estar decorada con ojos de vidrio y puede que fuera policromada. La suerte es que se halló al final del siglo XIX, no como la gran mayoría de sus coetáneas fundidas a lo largo de la historia.
La escultura helenística representa el periodo final de la escultura de la antigua Grecia, gracias a las conquistas de Alejandro Magno, el Helenismo trae consigo un cambio en la concepción del arte. Se enfatiza en ese realismo, pathos para los de Bachillerato, que nos emplaza hacia un dramatismo idealizado. La atención al hombre y a su vida interior cobra aquí protagonismo. Los anhelos, los periodos de la vida, la vejez… todos estos temas que serán recogidos y ampliados en el Renacimiento europeo y que hoy son indiscutibles.